Breviloquium
La fraternidad de los cristianos
En la primera parte, el joven teólogo se detiene a hacer un Análisis de los datos históricos, busca «precisar
las distintas realizaciones concretas de la idea de fraternidad». Para ello, examina
1. El concepto de «hermano» antes del
cristianismo y fuera de él, tanto del «entorno más próximo del cristianismo
naciente», a) mundo griego, b) Antiguo Testamento
y c) helenismo; como «aquellas que surgieron posteriormente a partir de él»
(p. 19), d) la Ilustración y el marxismo.
Así es posible «avanzar en la comprensión de lo que es “propiamente
cristiano” y en el verdadero conocimiento del contenido profundo de su mensaje»
(p. 19): 2. El concepto de hermano en el cristianismo primitivo. Ratzinger
lo indaga en a) las palabras de Jesús, b)
el Nuevo Testamento y especialmente en Pablo y c) la época patrística; de modo que con los materiales recabados se
defina «objetivamente el concepto cristiano de hermano» (p. 39).
Con todo, ahora nuestro teólogo alemán, en la segunda parte, Reflexiones teológicas, se ocupa «de los
contenidos objetivos permanentes que atesora el concepto cristiano de hermano»
(p. 61). La primera tesis afirma: «Si se quiere que la fraternidad cristiana en
cuanto tal alcance su plenitud, tiene que incluir entonces un conocimiento más
profundo de la paternidad de Dios y una mayor vivencia de la unión con Cristo
Jesús mediante la gracia» (p. 63). En otras palabras, solo existe comprensión
de la fraternidad cristiana «al que es capaz de ver en la fe de la paternidad
plena de Dios» (p. 64). Fuera de ello, solo será hablar «sobre» y no «de» la
paternidad de Dios.
La segunda tesis sostiene: «La unión con Cristo incluye la
unión de los cristianos entre sí y, por tanto, incluye también la superación de
los límites naturales e históricos que separan a los hombres» (p. 77). En
consecuencia, se superan los límites familiares y sociales: «El misterio de
Cristo es un misterio superador de fronteras» (p. 78).
La tercera tesis asevera: «el cristiano es inmediatamente
sólo hermano del cristiano, pero no del no cristiano» (p. 85). Recordemos «que
el propio Jesús no llamó indiscriminadamente hermanos suyos a todos, sino sólo a los que están con él
en la idéntica voluntad de decir-sí a la voluntad paterna de Dios» (p. 86; cfr. Mc 3, 33ss). También es oportuno no
olvidar que, solo por el bautismo, se da la adopción filial, el ser hijo de
Dios y miembro de la Iglesia. No obstante, como afirmará siendo ya Benedicto
XVI, «la caritas-agapé supera los
confines de la Iglesia; la parábola del Buen Samaritano sigue siendo el criterio
de comportamiento y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el
necesitado encontrado “casualmente” (cf. Lc
10, 31)» (Deus caritas est, n. 25). La
fraternidad cristiana es fraternidad para la caridad, idea que desarrollará en
la siguiente tesis.
La cuarta y última tesis precisa: «Los límites que existen en
la fraternidad cristiana no tienen como objeto la creación de un círculo
esotérico con fines propios, sino favorecer el servicio a todos. La comunidad
fraternal cristiana no está contra la mayoría, sino a su favor». En este
sentido —continúa— «La fraternidad cristiana cumple su deber con la mayoría
sobre todo a través de la misión, el ágape y el sufrimiento» (p. 97). Con términos
similares lo expresará como Papa, «La naturaleza íntima de la Iglesia se
expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria),
celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia)»
(DC, n. 25). Por tanto, se puede observar cómo el tema de la fraternidad
mantuvo un eco en su pensamiento hasta sus años de mayor madurez teológica.
Sin lugar a dudas, como reza un dicho, «lo bueno, si breve, dos
veces bueno» (p. 10). Esta obra de bolsillo se ha convertido en un clásico en
lo que al tema de la fraternidad cristiana se refiere. Nuestro contexto actual
que busca construir comunidades animadas por el espíritu de la sinodalidad, se
verán enriquecidas con el contenido de esta bella obra.
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