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La fraternidad de los cristianos

Breviloquium

La fraternidad de los cristianos

9 de abril de 2023



          Durante la Pascua de 1958, Joseph Ratzinger impartió unas conferencias sobre la «fraternidad», que pretenden ser «más una invitación al diálogo, que una exposición definitiva del tema» (p. 18). Fueron publicadas en formato de libro, «en alemán el año 1960 y en castellano el 1962» (p. 9), con el título La fraternidad de los cristianos. Presentamos la edición de Ediciones Sígueme, del año 2005, tomo 18 de la colección Verdad e Imagen Minor.

          En la primera parte, el joven teólogo se detiene a hacer un Análisis de los datos históricos, busca «precisar las distintas realizaciones concretas de la idea de fraternidad». Para ello, examina 1. El concepto de «hermano» antes del cristianismo y fuera de él, tanto del «entorno más próximo del cristianismo naciente», a) mundo griego, b) Antiguo Testamento y c) helenismo; como «aquellas que surgieron posteriormente a partir de él» (p. 19), d) la Ilustración y el marxismo.

          Así es posible «avanzar en la comprensión de lo que es “propiamente cristiano” y en el verdadero conocimiento del contenido profundo de su mensaje» (p. 19): 2. El concepto de hermano en el cristianismo primitivo. Ratzinger lo indaga en a) las palabras de Jesús, b) el Nuevo Testamento y especialmente en Pablo y c) la época patrística; de modo que con los materiales recabados se defina «objetivamente el concepto cristiano de hermano» (p. 39).

          Con todo, ahora nuestro teólogo alemán, en la segunda parte, Reflexiones teológicas, se ocupa «de los contenidos objetivos permanentes que atesora el concepto cristiano de hermano» (p. 61). La primera tesis afirma: «Si se quiere que la fraternidad cristiana en cuanto tal alcance su plenitud, tiene que incluir entonces un conocimiento más profundo de la paternidad de Dios y una mayor vivencia de la unión con Cristo Jesús mediante la gracia» (p. 63). En otras palabras, solo existe comprensión de la fraternidad cristiana «al que es capaz de ver en la fe de la paternidad plena de Dios» (p. 64). Fuera de ello, solo será hablar «sobre» y no «de» la paternidad de Dios.

          La segunda tesis sostiene: «La unión con Cristo incluye la unión de los cristianos entre sí y, por tanto, incluye también la superación de los límites naturales e históricos que separan a los hombres» (p. 77). En consecuencia, se superan los límites familiares y sociales: «El misterio de Cristo es un misterio superador de fronteras» (p. 78).

          La tercera tesis asevera: «el cristiano es inmediatamente sólo hermano del cristiano, pero no del no cristiano» (p. 85). Recordemos «que el propio Jesús no llamó indiscriminadamente hermanos suyos a todos, sino sólo a los que están con él en la idéntica voluntad de decir-sí a la voluntad paterna de Dios» (p. 86; cfr. Mc 3, 33ss). También es oportuno no olvidar que, solo por el bautismo, se da la adopción filial, el ser hijo de Dios y miembro de la Iglesia. No obstante, como afirmará siendo ya Benedicto XVI, «la caritas-agapé supera los confines de la Iglesia; la parábola del Buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado “casualmente” (cf. Lc 10, 31)» (Deus caritas est, n. 25). La fraternidad cristiana es fraternidad para la caridad, idea que desarrollará en la siguiente tesis.

          La cuarta y última tesis precisa: «Los límites que existen en la fraternidad cristiana no tienen como objeto la creación de un círculo esotérico con fines propios, sino favorecer el servicio a todos. La comunidad fraternal cristiana no está contra la mayoría, sino a su favor». En este sentido —continúa— «La fraternidad cristiana cumple su deber con la mayoría sobre todo a través de la misión, el ágape y el sufrimiento» (p. 97). Con términos similares lo expresará como Papa, «La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia)» (DC, n. 25). Por tanto, se puede observar cómo el tema de la fraternidad mantuvo un eco en su pensamiento hasta sus años de mayor madurez teológica.

          Sin lugar a dudas, como reza un dicho, «lo bueno, si breve, dos veces bueno» (p. 10). Esta obra de bolsillo se ha convertido en un clásico en lo que al tema de la fraternidad cristiana se refiere. Nuestro contexto actual que busca construir comunidades animadas por el espíritu de la sinodalidad, se verán enriquecidas con el contenido de esta bella obra.

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