Breviloquium
Filosofía, ¿amor a la sabiduría?
27 de febrero de 2022
Hablar de filosofía es hablar de un estilo de vida
apasionante, que va más allá de las apariencias, que busca encontrar aquello
que aún no sabe si lo hallará, pero que genera una emoción por el simple hecho de
buscar. La filosofía, para nosotros los creyentes, viene bien porque siempre
estamos en búsqueda de algo o de Alguien. Hablemos un poco de este saber.
La definición etimológica de filosofía nos dice que se trata
del «amor a la sabiduría». Esta definición surge a raíz de que los primeros
pensadores griegos se llamaban a sí mismos «sabios», y Pitágoras, por modestia,
quiso ser llamado «amante de la sabiduría» o «filo-sofo», de ahí resulta el
término que hoy conocemos. Pero esta definición pronto se quedó atrás. En los
tiempos de la auténtica cultura griega, filosofía es identificada con la
sabiduría misma.
Santo Tomás de Aquino dirá que el sabio es quien busca la
sabiduría por ella misma y no por otro motivo, de tal forma que quien busca
algo por otro motivo, ama más a ese motivo que lo que busca. La filosofía,
entonces, es un saber que se busca por sí mismo y no en función de otros
saberes, es un saber «último» en el orden natural. Solo por encima de este
saber, se encuentra la teología sobrenatural en sentido absoluto, ya que es un
saber que excede las capacidades naturales.
El ser humano por naturaleza desea saber, observaba
Aristóteles; se pregunta por las causas de cuanto le sucede, busca respuestas a
las preguntas que se plantea. Esas interrogantes pueden estar motivadas por
afanes teóricos, para satisfacer exigencias intelectuales; o motivadas por
razones prácticas, para actuar moralmente o tener eficacia técnica.
De aquí que cuando hablamos de filosofía nos preguntamos,
¿qué clase de saber es el saber filosófico? En la Antigüedad, Platón distingue
entre la simple opinión y conocimiento bien fundado; la primera la denomina
«doxa» y la segunda «episteme». La filosofía, en consecuencia, no es cualquier
saber, es un saber que se busca por sí mismo y que se adquiere después de
haberlo buscado por medio de un método, siguiendo determinados caminos,
poniendo a trabajar la mente. En la historia de la filosofía nos encontraremos
varios de estos métodos para hacer filosofía, en una entrega posterior,
trataremos algunos y elegiremos uno para el itinerario que aquí proponemos.
Después de todo, ¿qué es la filosofía? Pasemos a limpio lo
que hemos cosechado. Filosofía es un saber por sus causas últimas, racional,
que todo lo abarca y que es lo más universal posible. Por lo cual, nada hay que
no pueda ser pensado por la filosofía, toda la realidad puede ser reflexionada
por este saber, y de ella, a lo largo de la historia, se han ido derivando las
demás ciencias.
Quien busca la sabiduría por sí misma y hace de ello un estilo
de vida, es el auténtico filósofo, el amante de la sabiduría. Solo puede hablar
de filosofía quien la vive. Sirva de ejemplo la siguiente expresión para
comprender a que nos referimos con vivencia: No es lo mismo estudiar el plano
de la ciudad de Oaxaca que caminar veinte minutos por las calles de Oaxaca.
En conclusión, la filosofía es una búsqueda interminable de la verdad, de las causas últimas. Una sed por no quedarse en la opinión, en la apariencia, en el «statu quo», sino por ir hasta las razones últimas. Una actitud que muchos cristianos debemos tener, porque esta actitud que muchos no creyentes poseen, mucho bien haría a los que buscan a la Sabiduría encarnada.
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