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San Justino, mártir

Breviloquium

San Justino, mártir

Filósofos cristianos

16 de abril de 2023



          El cristianismo, en sus comienzos, se presenta al mundo como una religión revelada, no tenía pretensiones de desarrollar un sistema teórico y abstracto, su mensaje es de salvación y de redención del género humano (cf. Jn 3, 16). Sin embargo, a medida que se iba extendiendo, el impacto cultural que iba ejerciendo provocó, al mismo tiempo, oposiciones y suspicacias de parte de intelectuales paganos. Esto llevó a que los cristianos más intelectuales desarrollaran una defensa (apologética) del cristianismo sobre las bases filosóficas establecidas culturalmente.

          Queremos ahora presentar una serie de reflexiones, en torno a filósofos cristianos que han marcado la relación entre fe y razón en las diferentes épocas del pensamiento. Nos detendremos en tres personajes por cada época de la historia del cristianismo. Iniciamos, en esta primera reflexión, con el que se considera el primer filósofo cristiano, san Justino, mártir.

          Flavio Justino nace en el primer decenio del siglo II en Flavia Neápolis, en Palestina; sus progenitores eran paganos; se convierte al cristianismo y es martirizado por su fe el año 165 en Roma. Durante mucho tiempo anduvo en un peregrinaje intelectual, adhiriéndose primero a las enseñanzas de un estoico, posteriormente a un peripatético (aristotélico), después a un pitagórico y, finalmente, a un platónico. Este último es quien le da la pauta para desarrollar su pensamiento como cristiano. Las obras que se conservan de este pensador son sus dos Apologías y su Diálogo con Trifón.

          Trifón —de acuerdo al Diálogo— fue un hebreo que vivía en Grecia. El diálogo que mantiene con este personaje es donde se destaca mayormente su afecto a la filosofía como «el mayor de lo bienes, y el más precioso ante Dios, al cual ella es la sola que nos conduce y recomienda. Y santos, a la verdad, son aquellos que a la filosofía consagran su inteligencia» (Diálogo, II, 1). Con todo, para san Justino, la única «filosofía segura y provechosa» (Diálogo, VIII, 1), es el cristianismo. Razón por la que se hace filósofo, y lo lleva a querer que todos los hombres sigan las palabras del Salvador, Jesucristo: «Pues hay en ellas un no sé qué de temible y son capaces de conmover a los que se apartan del recto camino, a par que, para quienes las meditan, se convierten en dulcísimo descanso» (Diálogo, VIII, 2). Después del Prólogo, desarrollará una serie de temas con un talante meramente filosófico.

          Quizás el tema que más resuena en el desarrollo de sus obras, sea el de las «razones seminales» de los estoicos; ve en ella una conexión entre la filosofía griega y el cristianismo, puesto tanto lo que ellos y los demás filósofos griegos «cuanto de bueno está dicho en todos ellos, nos pertenece a nosotros los cristianos, porque nosotros adoramos y amamos, después de Dios, al Verbo [Logos], que procede del mismo Dios ingénito e inefable» (2 Apología, 13, 4). Con esto, se entiende la afirmación hecha en la 1 Apología: «quienes vivieron conforme al Verbo [Logos], son cristianos, aún cuando fueron tenidos por ateos, como sucedió entre los griegos con Sócrates, Heráclito y otros semejantes» (XLVI, 3). No debe sonar ahora rara, pues, aquella expresión de Karl Rahner, «cristianos anónimos», sobre aquellos que viven de acuerdo a la verdad del Verbo Encarnado, sin estar plenamente consciente de ello.

          La vida y la obra de san Justino sigue siendo vigente, hay muchos temas en sus obras que faltan aún por darle una nueva interpretación a la luz de los nuevos acontecimientos. De san Justino, el Papa Juan Pablo II afirmó que fue «pionero del encuentro positivo con el pensamiento filosófico, aunque bajo el signo de un cauto discernimiento» (Fides et ratio, n. 38). Benedicto XVI, en sus catequesis sobre las grandes figuras de la Iglesia primitiva, apuntaba que «San Justino, y con él los demás apologistas, firmaron la clara toma de posición de la fe cristiana por el Dios de los filósofos contra  los  falsos  dioses de la religión pagana. Era la opción por la verdad del ser contra el mito de la costumbre» (Audiencia, 21-03-2007). Estamos, así, frente a un pensador que tiene aún mucho que transmitir a esta generación de cristianos.

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