Breviloquium
Clemente de Alejandría
Filósofos cristianos
Los cristianos de la época Patrística (s. II-VIII) tuvieron que afrontar una doctrina que contraponía la razón con la fe: el gnosticismo. Este se comprende como una forma de conocimiento de carácter místico, a manera de una iluminación directa por parte de Dios, sin que la razón juegue un papel fundamental en dicho conocimiento. Es una doctrina muy antigua (s. I), pero que ha vuelto a hacerse patente en el ámbito religioso contemporáneo, particularmente en quienes han desechado la relación fe y razón.
Sobre esta doctrina, el Papa Francisco (Exhort. Apost. Gadudete et exultate) y la Congregación
para la Doctrina de la Fe (Carta Placuit
Deo), han señalado que es una de las dos tentaciones actuales contra la
salvación cristiana, la otra es el pelagianismo. Con todo, aquí nos ceñiremos a
presentar sintéticamente, el papel que desempeña la razón como mediación para
pasar de la gnosis falsa
(gnosticismo) a la gnosis verdadera (fe
cristiana), de acuerdo a Clemente de Alejandría.
Tito Flavio Clemente nace hacia el año 150, probablemente en
Atenas, llega a Alejandría alrededor del 202, lugar donde fallece en 219. Nuestro
pensador conoce a San Panteno de Alejandría (200) —un estoico convertido al
cristianismo—, primer director de la Escuela Catequística (Didaskalion), de quien fue su alumno, colaborador y sucesor. Esta
escuela, como apunta Eusebio de Cesarea (339), fue fundada por el evangelista
san Marcos, y alcanzó su mayor esplendor con Clemente y Orígenes.
Las obras conocidas de Clemente son el Protréptico, el Pedagogo
y los Stromata. Sin pretenderlo,
quizás, constituyen una pedagogía de maduración cristiana que llevan desde la
invitación a la conversión (kerygma)
hasta la verdadera gnosis. «En su
conjunto, la catequesis de Clemente acompaña paso a paso el camino del
catecúmeno y del bautizado para que, con las "alas" de la fe y la
razón, llegue a un conocimiento profundo de la Verdad, que es Jesucristo, el
Verbo de Dios» (Benedicto XVI, Audiencia,
18-04-2007). Así, notamos, la armonización que desarrolla entre fe y razón en
un itinerario que conduce a buscar y profundizar en la verdad.
Su postura ante la filosofía es conciliadora, constata que así
como el Antiguo Testamento fue una preparación para la recepción de la Buena
Nueva, así la filosofía ha sido una propedéutica para los griegos. «Quizás
también la filosofía haya sido dada primitivamente a los griegos antes de que
el Señor les llamara a la fe, ya que también la filosofía educaba a los
griegos, al igual que la Ley a los hebreos, hacia Cristo (cf. Ga 3,24). En
verdad, la filosofía, abriendo camino, predispone al que va a ser perfeccionado
por Cristo» (Stromata, I, 28, 3).
Por otra parte, manifiesta una actitud positiva hacia la
misma: «Ciertamente, la práctica de la filosofía no es de hombres malos. Más
bien, si ha sido dada a los mejores de los griegos, también es evidente de
dónde proviene: con toda claridad de la providencia, que concede a cada uno
según su dignidad» (Stromata, VI, 159,
8). Inclusive cuestiona a los que afirman que la filosofía es obra del diablo:
«¿Cómo, por tanto, no es absurdo, si se atribuye el desorden y la injusticia al
diablo, hacerle dador de algo virtuoso, la filosofía?» (Ib., 1).
A todo esto, ¿cuál es el lugar de la fe en la verdadera gnosis? Clemente responderá
que «resulta ser más fundamental la fe, que es tan necesaria al gnóstico, como
al que vive en este mundo lo es respirar para vivir; y lo mismo que sin los
cuatro elementos no se puede vivir, tampoco se puede conseguir (lit.: seguir)
la gnosis sin la fe. Ella es el fundamento de la verdad» (Stromata, II, 31, 3). De ahí que, el
hombre necesite de un Pedagogo que lo
vaya instruyendo gradualmente, para nuestro filósofo es el Logos, quien «solícito de que alcancemos gradualmente la salvación,
realiza en nosotros un hermoso y eficaz programa educativo: primero, nos
exhorta; luego, nos educa como un pedagogo; finalmente, nos enseña» (Pedagogo, I, 3, 3). De esta forma, es
posible alcanzar la verdadera gnosis
con la que está formado el verdadero gnóstico,
el cristiano.
Por todo lo anterior, no podemos dejar de prestar atención que,
en la tradición cristiana, la razón tiene un lugar privilegiado y no está
excluida del camino de fe que recorre el creyente. En Clemente de Alejandría,
es posible encontrar oportunas líneas de pensamiento que nos pueden ayudar a
pensar mejor nuestra fe y purificarla de doctrinas ajenas a la misma, que
muchas veces se disfrazan de cristianas.
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