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Teoría del conocimiento

Breviloquium

Teoría del conocimiento

3 de julio de 2022


          Conocer es una acción que los seres humanos realizamos consciente o inconscientemente, pero es preciso que nos detengamos un momento a pensar en cómo el hombre conoce, cuáles son sus límites y alcances de su conocimiento y cómo puede pasar de un conocimiento aparente a uno veraz, esto es, en correspondencia con la realidad.

          Para iniciar este recorrido, es bueno revisar a vuelo de águila, las doctrinas más reconocidas en el ámbito del conocimiento. Las podemos clasificar en tres posturas: el escepticismo, el dogmatismo y el criticismo. Al mismo tiempo, pondremos de relieve los modos de conocer.

          El escepticismo (del griego sképtomai, examinar) postula la imposibilidad de un conocimiento seguro, por lo cual duda de todo. Pirrón de Elis (260-270 a.C.) fue el escéptico más radical, él no busca conocer nada sino alcanzar la paz del alma (ataraxia) a través de la suspensión de todo juicio (epojé). Contrario al escéptico pirrónico, el escéptico académico emplea la duda como medio para adquirir conocimiento al salir de ella, Descartes será el representante de esta vertiente.

          El dogmatismo, por su parte, afirma la posibilidad de un conocimiento exento de cualquier error y evita, en consecuencia, cuestionarse a sí mismo. Esta postura es, en cierto modo, un realismo ingenuo, que da la primacía al conocimiento obtenido de un objeto por medio de los sentidos, sin reconocer la falibilidad que estos mismos tienen.

          Así, la tercera postura quiere salir al rescate del conocimiento y se presenta como un criticismo, esto es, que no se deja llevar por un realismo ingenuo, pero que tampoco se deja llevar por una postura escéptica, sino que adopta una postura intermedia entre un conocimiento con pretensiones de univocidad o equivocidad.

          Antes de avanzar a las teorías de verdad, hay que tratar los modos de conocer que, básicamente, son dos. El racionalismo, por un lado, sostiene que el único modo de conocer es conceptual. Por otro lado, el empirismo postula la necesaria experiencia (empirie) como modo necesario para conocer. En ambos casos, puede haber una vertiente realista o idealista; uno parte de la realidad exterior (cosas) y el otro de la realidad interior (ideas).

          Avanzando en los terrenos del conocimiento, descubrimos con Platón (427-347 a.C.), que el problema fundamental del conocer ha sido el paso de la mera opinión a al conocimiento pleno. En otras palabras, cómo pasar de las apariencias a la realidad, a la verdad del ser. Las diferentes teorías de la verdad pueden agruparse en las tres ramas de la semiótica: la verdad sintáctica, la verdad semántica y la verdad pragmática.

          La sintáctica apunta a la coherencia, la semántica a la correspondencia y la pragmática al consenso. Así mismo, para la sintáctica, es verdadero todo lo que sea coherente, para que haya verdad basta con que los enunciados o portadores de verdad tengan coherencia. Para la semántica, lo verdadero es aquello que corresponde con la realidad, donde los enunciados tienen adecuación con los objetos de la realidad. Y, para la pragmática, la verdad estará en función del consenso de los sujetos (cognoscentes), aquello en lo que están de acuerdo.

          En esta intervención queremos recuperar la teoría del conocimiento, gnoseología o epistemología, de Mauricio Beuchot, la cual es una postura articulada en una hermenéutica analógica, por medio de la cual es posible establecer unos límites y alcances en el conocer, abarcando la verdad sintáctica como necesaria pero no suficiente, la verdad semántica como necesaria y suficiente, y la verdad pragmática como suficiente pero no necesaria.

          Con ello es posible avanzar en el camino del conocimiento sin caer en escepticismos, dogmatismos, sino avanzando por medio de un realismo crítico, que atiende a las limitaciones humanas, pero también a sus potencialidades o virtudes cognoscitivas para producir conocimiento.

          Es preciso, en conclusión, prestar atención a las diferentes posturas que es posible asumir en el ámbito del conocimiento, y si queremos avanzar en el camino del conocimiento, asumir una postura analógica que permita tener la humildad de reconocerse falible, pero al mismo tiempo capaz de adquirir algunas certezas en correspondencia con la realidad.

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