Breviloquium
Teoría del conocimiento
Conocer es una acción que los seres humanos realizamos consciente o inconscientemente, pero es preciso que nos detengamos un momento a pensar en cómo el hombre conoce, cuáles son sus límites y alcances de su conocimiento y cómo puede pasar de un conocimiento aparente a uno veraz, esto es, en correspondencia con la realidad.
El escepticismo (del griego sképtomai, examinar) postula la imposibilidad de un conocimiento
seguro, por lo cual duda de todo. Pirrón de Elis (260-270 a.C.) fue el
escéptico más radical, él no busca conocer nada sino alcanzar la paz del alma (ataraxia) a través de la suspensión de
todo juicio (epojé). Contrario al
escéptico pirrónico, el escéptico académico emplea la duda como medio para
adquirir conocimiento al salir de ella, Descartes será el representante de esta
vertiente.
El dogmatismo, por su parte, afirma la posibilidad de un
conocimiento exento de cualquier error y evita, en consecuencia, cuestionarse a
sí mismo. Esta postura es, en cierto modo, un realismo ingenuo, que da la
primacía al conocimiento obtenido de un objeto por medio de los sentidos, sin
reconocer la falibilidad que estos mismos tienen.
Así, la tercera postura quiere salir al rescate del
conocimiento y se presenta como un criticismo, esto es, que no se deja llevar
por un realismo ingenuo, pero que tampoco se deja llevar por una postura
escéptica, sino que adopta una postura intermedia entre un conocimiento con
pretensiones de univocidad o equivocidad.
Antes de avanzar a las teorías de verdad, hay que tratar los
modos de conocer que, básicamente, son dos. El racionalismo, por un lado,
sostiene que el único modo de conocer es conceptual. Por otro lado, el
empirismo postula la necesaria experiencia (empirie)
como modo necesario para conocer. En ambos casos, puede haber una vertiente
realista o idealista; uno parte de la realidad exterior (cosas) y el otro de la
realidad interior (ideas).
Avanzando en los terrenos del conocimiento, descubrimos con
Platón (427-347 a.C.), que el problema fundamental del conocer ha sido el paso
de la mera opinión a al conocimiento pleno. En otras palabras, cómo pasar de
las apariencias a la realidad, a la verdad del ser. Las diferentes teorías de
la verdad pueden agruparse en las tres ramas de la semiótica: la verdad
sintáctica, la verdad semántica y la verdad pragmática.
La sintáctica apunta a la coherencia, la semántica a la
correspondencia y la pragmática al consenso. Así mismo, para la sintáctica, es
verdadero todo lo que sea coherente, para que haya verdad basta con que los
enunciados o portadores de verdad tengan coherencia. Para la semántica, lo
verdadero es aquello que corresponde con la realidad, donde los enunciados
tienen adecuación con los objetos de la realidad. Y, para la pragmática, la
verdad estará en función del consenso de los sujetos (cognoscentes), aquello en
lo que están de acuerdo.
En esta intervención queremos recuperar la teoría del
conocimiento, gnoseología o epistemología, de Mauricio Beuchot, la cual es una
postura articulada en una hermenéutica analógica, por medio de la cual es
posible establecer unos límites y alcances en el conocer, abarcando la verdad
sintáctica como necesaria pero no suficiente, la verdad semántica como
necesaria y suficiente, y la verdad pragmática como suficiente pero no
necesaria.
Con ello es posible avanzar en el camino del conocimiento sin
caer en escepticismos, dogmatismos, sino avanzando por medio de un realismo
crítico, que atiende a las limitaciones humanas, pero también a sus
potencialidades o virtudes cognoscitivas para producir conocimiento.
Es preciso, en conclusión, prestar atención a las diferentes
posturas que es posible asumir en el ámbito del conocimiento, y si queremos
avanzar en el camino del conocimiento, asumir una postura analógica que permita
tener la humildad de reconocerse falible, pero al mismo tiempo capaz de
adquirir algunas certezas en correspondencia con la realidad.
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