Breviloquium
La Buena Noticia de Dios: Jesús salvador
Dios ha tomado la iniciativa de amar a toda la humanidad, pero de una manera personal a cada quien. Por el pecado, el ser humano se excluye de ese amor, alejándose cada día más de la felicidad que Dios le tiene preparada. Descubre cuando reconoce sus pecados, que él solo no puede contra ellos, que necesita de algo o alguien más para salvarse.
Te invito a vivir un encuentro personal con el salvador de
toda la humanidad. Él es la Buena Noticia de Dios al mundo, a través de su
muerte y resurrección nos ha salvado, pero para que sea efectiva, requiere la
renuncia a otros intentos de salvación o salvadores. Dios quiere una aceptación
sin reservas de su enviado, porque por medio de Él, la humanidad encuentra el
verdadero sentido de la vida.
Dios ama tanto al mundo que «dio a su Hijo único para que
todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16). El
ser humano fue creado para la eternidad, de aquí que cuando peca, se aleja de
la vida y es conducido a una muerte eterna. Dios en su inmenso amor por la
humanidad, para salvarla, ha enviado a su Hijo, no para condenarla sino para
que «se salve por medio de él» (Jn 3, 17).
La solución para salvar a la humanidad de todos sus pecados se
llama Jesús. Él ha vencido al Príncipe de este mundo: «tengan confianza: ¡yo he
vencido al mundo!» (Jn 16, 33). Además, nos salva del pecado, «al cancelar y
anular, clavándolo en la cruz, el documento de deuda con sus requisitos legales
que nos eran adversos» (Col 2, 14); al olvidar nuestros pecaos, porque su
promesa es: «Yo perdonaré su culpa y ya no me acordaré de su pecado» (Jer 31,
34); pero sobre todo, al hacernos criaturas nuevas: «Porque si alguno vive en
Cristo es una nueva creación, lo viajo ya ha pasado, ¡ahora todo es nuevo!» (2
Cor 5, 17). Así, descubrimos una gran verdad, Jesús ha venido «para que tengan
vida, y vida en abundancia» (Jn 10, 10), más aún, «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para que el
mundo se salve por él» (Jn 3, 17). La palabra definitiva de Dios es salvación,
es Jesús.
Si esta es la Buena Noticia de Dios al mundo, ahora nos
preguntamos cómo se realizó esta salvación, tu salvación, mi salvación, nuestra
salvación. La Sagrada Escritura habla de tres momentos en la vida de Jesús en
los que se fue desarrollando nuestra salvación. El primero fue la encarnación,
su venida a este mundo. Si al hombre le cuesta llegar a Dios, ha sido Dios
quien ha tomado la iniciativa de venir hasta él. El segundo, a través de su
muerte, al morir en nuestro lugar: «me amó y se entregó por mí» (Gal 2, 20). Y,
finalmente, por su resurrección de entre los muertos. De tal forma que en su
muerte entrega su vida por nosotros, y en la resurrección nos da su vida.
Dios, por tanto, nos ha dado a su Hijo como nuestro salvador,
ahora tú y yo tenemos que aceptarlo, reconocer su presencia en Cristo Jesús y
dejarnos salvar por él. Hay como consecuencia una buena noticia, que Jesús nos
ha salvado, pero también una mala noticia, que no hay otro salvador o mesías
fuera de él. San Pedro lo anuncia bien claro: «En ningún otro hay salvación, y
en todo el mundo no se le ha dado a la humanidad otro Nombre por el cual
podamos salvarnos» (Hch 2, 12). La opción por Jesús es radical y no acepta
convivir con otros “salvadores”, quiere ser el único salvador de tu vida.
¿Qué demos hacer ahora? La respuesta es sencilla: acepta el
don de Dios para tu vida. En un momento de oración, eleva tu corazón a Dios y
dile que aceptas a Jesús en tu corazón como el único salvador de tu vida, que
no quieres a nadie más en tu vida, que quieres recibir la salvación que viene
de él. Dios, que es amor, espera de ti estas palabras, quiere salvarte por
medio de su Hijo.
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