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El amor de Dios es para ti

Breviloquium

El amor de Dios es para ti

10 de julio de 2022



          «Dios es amor» (1 Jn 4, 8). En estas tres palabras se encuentra escondido el misterio de Dios y su Reino. Quien logra experimentar y vivir la realidad que es Dios, encuentra en esta vida el sentido último de su existencia. La Buena Noticia que Dios tiene para toda la humanidad es el amor. Dios ama a todos los seres humanos, ha tomado la iniciativa para amarnos antes de que nosotros fuéramos conscientes de ello y, finalmente, su designio amoroso es que nosotros amemos como Él nos ama.

          Toda la revelación de Dios gira en torno al inmenso amor que Dios tiene por la humanidad. El profeta Isaías de parte de Dios les anunciaba al pueblo de Israel: «No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío» (Is 43, 1). Por una especial predilección, Dios había fijado su mirada en este pueblo, no «por ser ustedes más numerosos que los demás, porque son el pueblo más pequeño, sino que por puro amor a ustedes» (Dt 7, 7). Esa es la motivación que encierra la libre elección de Dios.

          Dios tiene un amor firme y estable como el de un padre: «Aunque las montañas cambien de lugar y se derrumben las colinas, mi amor por ti no cambiará» (Is 54, 10). Así te haya tocado el experimentar la ausencia del amor de un padre, Dios es el único que realmente te puede dar ese amor paterno. De la misma forma, el amor tierno e incondicional de una madre, Dios es el único que lo puede ofrecer, de tal suerte que si «ella te olvidará, yo no te olvidaré. ¡Mira, te llevo tatuada en las palmas de mis manos!» (Is 49, 15s).

          A ti que lees estas líneas, Dios hoy te está diciendo que te ama personalmente, se ha valido de este medio para decírtelo: «Te he amado con amor eterno, por eso me mantengo fiel» (Jer 31,3). Su amor, lo podemos comparar con el amor que un papá y una mamá sienten por sus hijos, pero entendido en su máxima expresión de amor. Es un amor personal y único que tiene por cada uno de nosotros.

          El apóstol san Juan como testigo del gran amor de Dios y todos los que hemos experimentado su amor, reconocemos que «Dios nos amó primero» (1 Jn 4, 19). Él ha tomado la iniciativa para amarte, no porque seas bueno, sino porque Él es bueno, como ya lo testificó el mismo apóstol, porque Dios es amor.

          Otro gran testigo del amor de Dios fue el apóstol san Pablo, quien creyendo que estaba persiguiendo a Jesús, había sido Jesús quien lo estaba persiguiendo. El perseguidor de los cristianos ante Jesús que sale a su encuentro, simplemente se rinde ante su amor y se deja amar por Él. De perseguidor de los cristianos se convirtió en el apóstol del amor de Dios entre los gentiles. Con esto podemos observar que aunque no ames a Dios, ya eres amado por Él.

          Pero aún hay más, Dios tiene un plan amoroso para cada persona, quiere hacer «mucho más que cuanto podemos pedir o pensar» (Ef 3, 20). La voluntad de Dios es que «todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2, 4), porque «la verdad los hará libres» (Jn 8, 32), y viviendo en libertad es como viven los hijos de Dios en su Reino, «don de Dios que nos hace justos, en la paz y alegría en el Espíritu Santo» (Rom 14, 17).

          Con todo lo dicho, podemos descubrir que no importa quién eres y como eres, lo importante es en lo que te conviertes cuando te dejas amar por Dios, es decir, a partir del momento del encuentro con el amor de Dios, la pregunta importante es quién te conviertes y cómo tu vida empieza a cambiar.

          La invitación hoy es que te dejes amar por Dios. Su amor es para toda la humanidad, pero te ama con un amor personal, con un amor de papá y de mamá en sentido pleno, sin defecto. La iniciativa por amarte la ha tomado Él primero, solo debes dejar atraparte por su amor que libera y te hace vivir como hijo suyo.

          Para dar este paso, te animo a elevar una oración en silencio, una oración que brote del fondo de tu corazón, y que le digas a Dios Padre que abres tu corazón a su amor, y que pones tu vida y voluntad en sus manos para que vivas en la libertad de los hijos de Dios, siendo amado y amando al mismo tiempo.

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