Breviloquium
¿Acaso no es este el artesano, el hijo de María?
María, evangelizada y evangelizadora
27 de agosto de 2023
Nos hemos preguntado sobre el papel de la Virgen María en el primer anuncio del Evangelio, el kerigma. Siguiendo los textos de los primeros libros bíblicos del Nuevo Testamento, hemos descubierto las semillas que servirán para germinar un desarrollo posterior de la persona de santa María en la vida de Jesús. Hoy exponemos la última referencia que nos ofrece san Marcos en su evangelio (Mc 6,1-6), y veremos cómo presenta a Jesús como hijo de Dios, pero también de la Virgen María. Un dato que extraña en este texto, es la ausencia de san José en este texto. Con todo, santa María sigue apareciendo como la madre de Jesús y lo que con ello conlleva para nosotros los cristianos.
San Marcos nos narra que Jesús se dirige a su pueblo, Cafarnaúm, con sus discípulos. La enseñanza que Jesús ofrece en las sinagogas resulta sorprendente, así como los milagros que ha realizado, acciones que suscitan interrogantes entre muchos de sus oyentes. Dos de ellas nos interesan: «¿Quién le ha dado a este esa sabiduría y esos milagros realizados por su propio poder?... ¿Acaso no es este el artesano, el hijo de María, el hermano de Santiago y de José, Judas y Simón?» (Mc 6, 2-3). La primera por la relación entre la sabiduría y el oficio de Jesús; la segunda por la filiación con santa María.
Para comprender estas sorpresas que causa entre la gente ahí reunida, hay que leerlo con el trasfondo de un texto del libro de Eclesiástico (38,25-39,15), donde se contrasta la labor del artesano y del intelectual. Ben Sirá se pregunta: «¿Cómo se hará sabio el que maneja el arado y se gloría de usar la picana como si fuera una lanza?» (Eclo 38,25). Marca la diferencia entre ambos quehaceres, y por ello, no ve posible que alguien dedicado a las labores de un artesano pueda desarrollar las virtudes de un sabio. Visto así, no es raro que a los paisanos de Jesús, imbuidos por esta mentalidad, les sorprenda la sabiduría de Jesús; si es un artesano (teknon, en griego), cómo puede poseer semejante sabiduría.
Sin embargo, si a los paisanos de Jesús sorprende su sabiduría, a nosotros nos resulta sorprendente la ausencia de José en la referencia al parentesco con Jesús. ¿Por qué la gente no dijo «el hijo de José» en vez de «el hijo de María»? Los especialistas apuntan a cinco posibles interpretaciones, pero dos de ellas presentan un especial interés para nuestra exposición. Una apunta a la maternidad divina de Jesús, y la otra a la humanidad de Jesús.
La ausencia de san José en el reconocimiento de la filiación de Jesús, nos da pauta para reflexionar sobre la madre de Jesús, santa María. Los demás evangelistas si registran en el cuestionamiento a Jesús, la filiación con José (Mt 13,55; Lc 4,22; Jn 6,42), solo san Marcos no refiere este parentesco y prefiere solamente señalar que Jesús es el teknon, el artesano. La razón más aceptada es la que afirma que, para san Marcos, san José ya había fallecido y por eso la referencia a su padre es omisa y, por otra parte, quiere resaltar la filiación paterna con Dios Padre, «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (1,11; cfr. 9,7), y la materna con santa María, «¿Acaso no es este el artesano, el hijo de María?» (6, 3).
Con todo, también la segunda interpretación sostiene que el evangelista quiere mostrar la condición humana de Jesús, sin pretender desarrollar una explicación sobre la identidad de Jesús misma que desarrollaría una reflexión más profunda. Fuera de esto, al evangelista parece no preocuparle desarrollar más ampliamente la figura de María.
En conclusión, podemos ver a Jesús como un artesano metido de intelectual, generando con ello una identidad enigmática tanto para sus paisanos de su tiempo, como para el actual lector, su identidad requiere de cierta interpretación. Por otra parte, la filiación con María, lejos de aclarar el panorama, aumenta más el enigma de su identidad. Con todo, lo que si el evangelista nos deja claro, es la filiación divina y humana de Jesús, mostrando con ello que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre; la presencia de María asegura su arraigamiento a la tierra, el especial papel que ella juega en la historia de la salvación.
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