Breviloquium
Organización de la ABP en la diócesis y la parroquia
Animación Bíblica de la Pastoral
Para llevar a cabo sus tareas, la Animación Bíblica de la Pastoral (=ABP) requiere de una organización o estructura que facilite el camino del Espíritu Santo y sirva, al mismo tiempo, para la comunión y la participación activa de toda la Iglesia. Las Directrices para la animación bíblica pastoral en México [=DABPM] (2015) detallan la organización de la ABP para nuestro país (nn. 36-42), nosotros expondremos únicamente dos estructuras: la diocesana y la parroquial, puesto que son con las que tenemos mayor contacto y requieren una atención pastoral más inmediata.
El documento de la Dimensión de Animación Bíblica de la Pastoral en México, después de recordar que el obispo es quien ha de poner en primer lugar la lectura y meditación de la Palabra de Dios, apunta que «Las estructuras diocesanas son, sin duda, una de las más privilegiadas para promover la ABVP [Animación Bíblica de la Vida Pastoral], ya que se tiene mayor cohesión, proyectos pastorales, planes diocesanos…, que nos permiten ubicar y enfocar mejor este trabajo bíblico» (DABPM, 40). En consecuencia, todo trabajo de la ABP tiene que tener como punto de arraigo la comunión con el obispo y la inserción en la planeación pastoral de las diócesis.
Para lograr animar tal estructura, la ABP a nivel diocesano tiene ciertas exigencias que debe cumplir o, al menos, ir asumiendo gradualmente de acuerdo a las circunstancias pastorales. De las doce exigencias que presentan el documento (cfr. n. 40), tomamos cuatro que, a juicio de un servidor, son claves para dar inicio a una ABP diocesana: 1) Contar con una “personalidad” o identidad muy concreta de la ABVP, bien identificada dentro de la Comisión Profética Diocesana; 2) Contar con un equipo base para que desarrolle este trabajo, fundamental en la pastoral de la Iglesia; 3) Promover a un sacerdote, religioso (a) o laico responsable de la ABVP, que coordine el equipo; y 4) Tener un proyecto o programa para el trabajo bíblico en la diócesis, sobre todo a nivel parroquial. Todas ellas, recalcamos, como punto de partida, exigencias que en una asamblea de pastoral se pueden ir asumiendo en lo que se integran al plan diocesano de la diócesis.
Si la diócesis es el lugar privilegiado, la parroquia es «la estructura básica y fundamental para la ABP. Aquí es donde se desarrolla y se mantiene vivo el trabajo bíblico» (DABPM, 41). Podemos afirmar, con toda libertad, que la parroquia es donde se concretizan todas las ideas renovadoras a favor de la Iglesia, así como es el lugar que alimenta los análisis de la realidad que necesitan los programas diocesanos para articular sus planes.
Por ello, las exigencias que recaen sobre la parroquia son variadas, el documento de la Dimensión Episcopal nos ofrece doce, pero, al igual que con el nivel diocesano, seleccionamos cuatro de los trece que presenta: 1) Atender esta tarea como básica para el trabajo pastoral en la comunidad; 2) Trabajar para que todos los Agentes cuenten con una formación bíblica básica y de otros niveles; 3) Lograr que la Palabra de Dios sea en realidad ALMA de toda actividad en la parroquia; y 4) Mes, Semanas o Días de la Biblia, especialmente en el mes de septiembre. Estas exigencias son iniciadoras, paulatinamente habrá que ir integrando las demás exigencias que las directrices nos presentan.
Las asociaciones y movimientos laicales también están llamados a asumir la ABP en sus comunidades, puesto que, como el Papa Francisco lo ha expresado en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (24/11/2013), «son una riqueza de la Iglesia que el Espíritu suscita para evangelizar todos los ambientes y sectores», pero que «es muy sano que no pierdan el contacto con esa realidad tan rica de la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular» (n. 29). De ahí que su integración a la ABP de la parroquia será de gran provecho, tanto para la asociación, como para la parroquia, e inclusive, donde no haya ABP, pueden emprender esta acción pastoral tan necesaria.
Así, en síntesis, reconocemos, en primer lugar, que el lugar privilegiado de la ABP es la diócesis, puesto que los programas diocesanos tienen la responsabilidad de articular todo el trabajo evangelizador de la Iglesia Particular. Sin embargo, la parroquia se constituye como la estructura fundamental donde se concretiza la ABP, es ahí donde los fieles semana a semana tienen su encuentro personal con Jesús, en su Palabra y en su Sacramento. Es por esto que la ABP requiere de una organización que le dé un flujo dinámico.
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