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De la Pastoral Bíblica a la Animación Bíblica de la Pastoral

Breviloquium

De la Pastoral Bíblica a la Animación Bíblica de la Pastoral

Animación Bíblica de la Pastoral

4 de junio de 2023



          La Iglesia Latinoamericana ha sido parte aguas en la apropiación de la Sagrada Escritura en el ejercicio de la pastoral orgánica de la Iglesia. Un breve recorrido por el Magisterio Latinoamericano, pasando por el Magisterio de Benedicto XVI y de Francisco, nos ayudará a reconocer el papel que ha jugado esta Iglesia en el trato con la Biblia, y cómo su contribución ha enriquecido a la Iglesia Universal. Con ello, también damos inicio a una serie de reflexiones sobre la Animación Bíblica de la Pastoral.

          El Concilio Vaticano II (1965) dejó la tarea a toda la Iglesia de animar la lectura, el estudio y la comunicación a todos, «sobre todo en la Sagrada Liturgia, las inmensas riquezas de la palabra divina» (Dei Verbum, 25).

          En la Iglesia Latinoamérica, la animación de esta tarea había sido comenzada por la Conferencia Episcopal del CELAM en Rio de Janeiro (1955), donde se «Recomienda encarecidamente la intensificación del movimiento bíblico, de tal forma que los fieles se habitúen a la lectura frecuente y aun diaria de las Sagradas Escrituras, y sobre todo de los Santos Evangelios» (DRJ, 72). En Medellín (1968) —tres años después del Concilio—, los obispos vuelven a recomendar que, en la pastoral popular, las comunidades eclesiales en las parroquias «deben basarse en la Palabra de Dios y realizarse, en cuanto sea posible, en la celebración eucarística, siempre en comunión con el obispo y bajo su dependencia» (DM, 13).

          Una década después, en Puebla (1979), se exhortó a que en la Evangelización se diera «prioridad a la proclamación de la Buena Nueva, a la catequesis bíblica y a la celebración litúrgica, como respuesta al ansia creciente de la Palabra de Dios» (DP, 150), y recordó, además, que la Sagrada Escritura «debe ser el alma de la evangelización» (DP, 372). El tema de la Nueva Evangelización será abordado extensamente en Santo Domingo (1992), ahí apuntará que uno de sus desafíos está el creciente «interés por la Biblia, lo cual exige una pastoral bíblica adecuada que dé a los fieles laicos criterios para responder a las insinuaciones de una interpretación fundamentalista o a un alejamiento de la vida en la Iglesia para refugiarse en las sectas» (DSD, 37).

          Si se observa, en Santo Domingo se alude a la «pastoral bíblica» como una pastoral entre las demás; no obstante, los obispos en Aparecida (2007) ofrecerán un nuevo paradigma de la función de la Sagrada Escritura en la vida y misión de la Iglesia, afirmando que esta se debe entender «como animación bíblica de la pastoral» (DA, 248), expresión que la Federación Bíblica Católica (FEBIC) propondría en su Asamblea Plenaria de Bogotá (1990). Uno de los frutos de la animación bíblica de la pastoral, es el aumento en «el conocimiento de la Palabra de Dios y el amor por ella» (99). Este y otros frutos fueron recogidos por el Papa Benedicto XVI de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos (2008).

          El Papa teólogo, en la Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia (30 de septiembre de 2010), recupera la invitación del Sínodo para «incrementar la “pastoral bíblica”, no en yuxtaposición con otras formas de pastoral, sino como animación bíblica de toda la pastoral», con el fin de «lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones y los movimientos, se interesen realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra». Por lo tanto —continúa el Papa—, será «necesario dotar de una preparación adecuada a los sacerdotes y laicos» y favorecer la difusión de pequeñas comunidades «en las cuales se promueva la formación, la oración y el conocimiento de la Biblia según la fe de la Iglesia» (VD, 73). Estas líneas de acción encontrarán una resonancia aún mayor con el Papa Francisco.

          Con la publicación de la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium (24 de noviembre de 2013), el Sucesor de Pedro pide a la Iglesia que se alimente de la Palabra de Dios, pues «Toda la evangelización está fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada. Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelización» (EG, 174). En consecuencia, «La evangelización requiere la familiaridad con la Palabra de Dios y esto exige a las diócesis, parroquias y a todas las agrupaciones católicas, proponer un estudio serio y perseverante de la Biblia, así como promover su lectura orante personal y comunitaria» (EG, 175). Con ello el paradigma asumido en Aparecida se lleva al ámbito de la Iglesia Universal.

          La Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe (2021) nos ha dejado el documento Hacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias (octubre de 2022), donde los obispos, pero ahora también los laicos y religiosos, proponen, en las líneas de acción, «reimpulsar la Animación Bíblica de la Pastoral» (HIS, 247.250.276), así mismo, hacer de ella «una escuela concreta de sinodalidad» (HIS, 302).

          Como se ha podido apreciar, la Iglesia Latinoamericana está a la vanguardia en cuanto a la apropiación de la Sagrada Escritura en la toda la pastoral, su aporte a la Iglesia Universal se ha patentizado y se ha vuelto a asumir en la última asamblea de la Iglesia Latinoamericana, clero, religiosos y laicos, reunidos en sinodalidad, nos piden a todos los fieles pasar de una pastoral bíblica a la Animación Bíblica de la Pastoral.

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