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María, nueva Eva

Breviloquium

María, nueva Eva

María, evangelizada y evangelizadora

7 de mayo de 2023



          La presencia de Santa María, madre de Cristo, tiene un lugar de primera importancia en la vida de la Iglesia. Su papel en el misterio cristiano nos invita a reflexionar sobre la mediación que ejerce en la obra de la salvación. Por lo cual, iniciamos esta serie intitulada, María, evangelizada y evangelizadora, a propósito de un volumen de Carlos Ignacio González, s.j., pero, sobre todo, para resaltar que ella ha recibido primero a Jesús en su corazón (evangelizada), y por eso es capaz de llevar a todos los hombres al encuentro con su Hijo (evangelizadora). Itinerario que todo discípulo y misionero de Jesús está llamado a encarnar.

          Vamos a presentar, en un primer momento, cómo ha estado prefigurada en la Antigua Alianza, desde la obra de la creación hasta las profecías de los profetas. Un segundo momento nos permitirá acercarnos a su presencia en la Nueva Alianza, desde la Anunciación hasta la profecía de la Mujer vestida de sol. Así recuperamos los datos más relevantes que, sobre María, la Sagrada Escritura nos ofrece. El tercer momento nos acercará a las formas en que su presencia ha sido recibida en la Iglesia primitiva, es decir, en los Padres de la Iglesia. Finalmente, en el cuarto momento, nos detendremos a examinar los dogmas que el Magisterio de la Iglesia ha declarado sobre ella, y a extraer conclusiones prácticas para nuestro hoy.

          Nuestra primera parada la haremos en los inicios de la creación, en el libro del Génesis; ahí encontramos los relatos de la creación (1-2,4a) y el pecado de nuestros primeros padres (Gn 24b-3). El segundo relato nos narra la creación de Adán y Eva, y como ambos, ante la instigación de la serpiente, sucumbieron a la tentación. San Pablo, a la luz del misterio pascual de Cristo, elabora la comparación Adán-Cristo para mostrar la universalidad de la gracia (Rom 15, 12-21) y la resurrección (1 Cor 15,22), así como la condición celeste de los cristianos (1 Cor 15, 45-49). Esta comparación aporta los elementos que prefiguran, en oposición con Adán, el papel redentor que llevará a cabo Jesús.

          Sobre este telón de fondo paulino, San Justino, mártir, y San Ireneo de Lyon desarrollarán el paralelismo Eva-María. Mostrando de esta forma, la misión que desempeña María en la salvación cristiana. Por un lado, en el Diálogo con Trifón, San Justino apunta que Eva y María eran vírgenes cuando concibieron la palabra del ángel, Eva de la serpiente, dando a luz «la desobediencia y la muerte»; María de Gabriel, concibiendo «fidelidad y gracia». En consecuencia, de ella ha nacido Jesús, «por quien Dios destruye la serpiente con los ángeles y hombres que a ella se asemejan, y libra de la muerte para quienes se arrepienten de sus malas obras y creen en Él» (100).

          Por otro lado, San Ireneo de Lyon llega a los puntos altos del paralelismo Eva-María, siendo así su máximo exponente. Cristo «recapitula» y «recircula» la obra de la creación, María participa en la redención obrada por Él. Como Eva «fue inducida a abandonar a Dios transgrediendo su palabra, por la palabra de un ángel (el demonio)», así María «recibió del ángel el feliz anuncio de llevar a Dios, obedeciendo a su palabra. Eva se rebeló contra Dios, María se doblegó a obedecer a Dios, y así se convirtió en abogada de la virgen Eva. Y como por medio de una virgen el género humano fue condenado a la muerte, por medio de una virgen fue salvado. Así fue balanceada la desobediencia virginal con la virginal obediencia» (Adv. haer., V, 19, 1).

          La comparación resulta muy ilustrativa y nos lleva a reconocer la labor importantísima que desempeña María. «Reparado el pecado del primer hombre por obra del Primogénito, superada la astucia de la serpiente por la simplicidad de la paloma (María), cayeron las cadenas que nos ataban a la muerte» (ib.).

          Con este breve escrutinio a la prefiguración de María en Eva, podemos encontrar ciertamente elementos que nos permiten hablar actualmente, sobre la colaboración de María en la obra de la redención humana llevada a cabo por Jesús. San Justino y San Ireneo no hablan de una «cooperación redentora», pero sí exponen las semillas que, con la reflexión posterior, la Iglesia irá madurando para desarrollar mejor esta idea.

          Digamos, finalmente, que María es la nueva Eva, la madre de los que viven en Cristo Jesús. La escena del Génesis nos prepara para comprender mejor los relatos de la Anunciación y el de las Bodas de Caná, en el Nuevo Testamento.

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