Breviloquium
Martin Buber: Eclipse de Dios
Entre las obras que pueden ayudarnos a dar razón de nuestra fe, presentamos ahora Eclipse de Dios: Estudios sobre las relaciones entre religión y filosofía del filósofo judío Martin Buber (1878-1965). Publicada originalmente en alemán en 1952 y traducida al español por primera vez en 1970. Tomamos la segunda edición que Fondo de Cultura Económica publicó en 1993, en su segunda reimpresión de 2014, de la colección Breviarios, 520. Con todo, y que es un texto que ha cumplido los setenta años de publicación, su contenido sigue teniendo un vigencia muy actual.
Los ensayos publicados son, en su mayoría, conferencias que
dictó en universidades de Estados Unidos en los meses de noviembre y diciembre de
1951. La edición abre con una Introducción
general a la vida y obra del autor, posteriormente, el Prefacio de Buber a su obra, así como un Preludio añadido por él a los siete ensayos que se presentan,
cerrando la obra con una réplica a Carl Gustav Jung como Suplemento.
El historiador Robert M. Seltzer abre este Breviario con una Introducción a la obra. Nos ofrece datos biográficos de Martin
Buber y desarrolla las ideas centrales de cada ensayo. Parte importante para
poder ingresar con la mente luminosa a los capítulos siguientes. En seguida, el
Prefacio está a cargo del autor
original. Aquí nos detalla con breves palabras cómo ha editado sus ensayos y el
marco en qué fueron pronunciadas.
Resulta muy esclarecedor el (I) Preludio añadido por Buber, en él reseña las conversaciones que
tuvo dos personas fuera del ámbito universitario que acostumbraba, mismas que —como
relata— acabaron en conclusiones distintas, una en apariencia y la otra
verdaderamente, lo común en ambas es que «se trataba de una disputa sobre Dios»
(p. 27).
En los siete ensayos que figuran a continuación, la columna
vertebral sobre la que están fundamentados es su principio dialógico «Yo-Tú», doctrina
que contrasta con las corrientes europeas de su tiempo, tales como el
neokantismo, el existencialismo y el psicoanálisis. Así tenemos en orden consecutivo:
(II) Religión y realidad, (III) Religión y filosofía, (IV) El amor a Dios y la idea de divinidad,
(V) La religión y el pensamiento moderno,
(VI) Religión y ética, (VII) Sobre la suspensión de lo ético y (VIII)
Dios y el espíritu del hombre. Ahora
bien, nos detenemos en algunos argumentos o expresiones que bien pueden darnos una
idea del fondo de la obra.
Nuestro filósofo judío expone que, la muerte de Dios en
Nietzsche, «significa sólo que el hombre es incapaz de aprehender una realidad absoluta
independiente de sí mismo y de tener una relación con ella… ya que elude la
contemplación directa» (p. 36). Esta incapacidad solo es superada por el
encuentro personal con Dios: «Toda gran religiosidad nos muestra que la
realidad de la fe significa vivir en relación con el Ser “en el cual se cree”,
esto es, el Ser absoluto, incondicionalmente afirmado» (p. 55). Esta idea la
sostiene Benedicto XVI, quien afirma que se comienza a ser cristiano «por el
encuentro con un acontecimiento, con una Persona» (Deus caritas est, 1). Esta persona es Jesucristo.
Por lo que Martin Buber propone la metáfora «eclipse de Dios»,
en contraposición a la propuesta de Nietzsche, con ella «hacemos la tremenda
suposición de que podemos mirar a Dios con “el ojo de la mente” —o mejor dicho,
con el ojo de nuestro ser, tal como con el ojo corporal podemos mirar al sol—,
y que algo puede interponerse entre nuestra existencia y la Suya tal como entre
la tierra y el sol». Esta «mirada» es «sólo para ser experimentada» (p. 161).
Así, pues, la relación Yo-Tú conduce no a un aspecto de Dios,
«sino a ese ser mismo» (p. 162); en contraste, la relación Yo-Eso, al cosificar
a Dios, conduce a la idolatría, a otra cosa precisamente, pero no a Dios en sí
mismo. Y es esta segunda relación que Buber encuentra en su tiempo —y también en
el nuestro—, la que se «interpone y nos priva de la luz del cielo» (p. 163).
Eclipse de Dios concluye
con la (IX) réplica a C. G. Jung.
Buber deja en claro que su posición no era la de criticar su sistema psiquiátrico,
por lo que redacta este texto para solventar el eventual mal entendido.
Estamos, con ello, frente a una obra que nos aporta un nuevo enfoque al diálogo
entre fe y razón, entre religión y filosofía.
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