Breviloquium
Joseph Cardenal Ratzinger, guardián y maestro de la fe
Como Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano, el cardenal Joseph Ratzinger fue reconocido por su manera implacable de defender la fe. Los titulares de los grandes diarios europeos lo llaman «guardián» o «maestro» de la fe (El País, La Razón). En The Daily Mirror, de origen británico, le nombran «El rottweiller de Dios». Su fructuosa labor de teólogo le lleva ahora a encabezar el organismo más importante de la curia romana.
El Papa Juan Pablo II en 1981 lo nombra prefecto, y estará al
frente de la congregación hasta el 2005 que es elegido Papa. Durante estos
años, la serie de documentos que subrayaron su papel como guardián de la fe,
alcanzaron tanto a destinarios individuales como colectivos. Así mismo, como
maestro de la fe, escribe instrucciones con diferentes temáticas, para dar luz
a algunos aspectos de la teología y práctica cristiana. En esta exposición
sucinta, consideramos únicamente tres que tuvieron una especial repercusión.
Instrucción sobre
algunos aspectos de la «Teología de la liberación» – Libertatis nuntius (6
de agosto de 1984). El fin de este documento queda bien explicitado en la Introducción: «atraer la atención de los
pastores, de los teólogos y de todos los fieles, sobre las desviaciones y los
riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana, que
implican ciertas formas de teología de la liberación que recurren, de modo
insuficientemente crítico, a conceptos tomados de diversas corrientes del
pensamiento marxista». La Teología de la Liberación en sentido abstracto no
queda desacreditada. El Papa Juan Pablo II en la encíclica Centesimus annus (1 de mayo de 1991), reafirma, evocando esta Instrucción, «la positividad de una
auténtica teología de la liberación humana integral» (26).
El cardenal Ratzinger sale de esta forma a hacer frente al
uso utilitario de los pobres para abanderar opciones partidistas o económicas
que, en realidad, no tienen nada que ver con una verdadera teología de la
liberación, la cual libera del pecado y de la esclavitud de la ley y de la
carne.
Instrucción sobre el
respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación – Donum vitae (22 de febrero de 1987). Los terrenos de la moral católica,
específicamente en los de la bioética, ven nuevas luces con esta Instrucción.
La cuestión que se plantea resolver es «si las técnicas biomédicas que permiten
intervenir en la fase inicial de la vida del ser humano y aun en el mismo
proceso procreativo son conformes con los principios de la moral católica». La
respuesta del documento, por tanto, busca «ofrecer, a la luz de la doctrina
precedente del Magisterio, una respuesta específica a los problemas planteados»
(Preámbulo).
Con esta intervención del Magisterio por parte del cardenal
Ratzinger, se ofrecen los criterios del Evangelio para el discernimiento en las
intervenciones sobre los embriones humanos. De tal manera que la práctica de la
fe cristiana en los inicios de la vida, quede bien esclarecida, y no haya
equívocos en cuanto a prácticas de procreación cristiana.
Declaración sobre la
unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia – Dominus Iesus (6 de agosto de 2000). Esta
declaración en los albores del siglo XXI, se ofrece a la Iglesia «para llamar
la atención de los Obispos, de los teólogos y de todos los fieles católicos
sobre algunos contenidos doctrinales imprescindibles, que puedan ayudar a que
la reflexión teológica madure soluciones conformes al dato de la fe, que
respondan a las urgencias culturales contemporáneas» (3).
Cierto es que para muchos resultó una declaración
políticamente incorrecta, pero que dadas las circunstancias históricas, era
necesario volver a recordar el dato de fe que la Iglesia está llamada a
comunicar a todos los pueblos y a todas las generaciones; sobre todo, la verdad
de Cristo y su Iglesia, para conocerla, abrazarla y practicarla.
Una vez más, la invitación es a leer y estudiar estos
documentos. La producción en materia de fe que, como Prefecto de la Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe, legó a las generaciones siguientes es
de una incalculable riqueza. Sin duda alguna, Ratzinger nos enseña qué y cómo
es un verdadero católico, un verdadero cristiano.
Comentarios
Publicar un comentario