Breviloquium
Un camino para la Nueva Evangelización
Inspirado en el mandato misionero de Jesús, llama a «salir de
la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan
la luz del Evangelio» (Evangelii Gaudium 20), motivo por el cual, nos
presenta un método o camino en cinco pasos para que, siendo fiel al modelo del
Maestro, «hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los
lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo» (EG 23).
Como primer paso, el Papa apunta el «primerear». La comunidad
evangelizadora reconoce la experiencia de haber sido amada primero (1 Jn 4, 10)
«y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al
encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar
a los excluidos» (EG 24). La
consecuencia evidente es, sin duda, la de asumir una actitud diligente en el
anuncio del amor de Dios a todos.
De la misma forma, la comunidad evangelizadora sabe
«involucrarse», es decir, «se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de
los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y
asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo»» (ib.). Los evangelizadores, así,
adquieren el «olor a oveja» sin el cual estas no reconocerían su voz. El
evangelizador no queda al margen, siempre está adentro permeando de la Buena
Nueva toda estructura.
Sin embargo, la comunidad evangelizadora no tiene la función
de ser infiltrada, porque siempre se dispone a «acompañar» a la humanidad en
sus procesos, así sean duros y largos. «Sabe de esperas largas y de aguante
apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar
límites» (ib.). La comunidad,
entonces, al igual que el Señor Jesús en el camino de Emaús, asume la actitud
de acompañante.
Todo este camino está llamado a «fructificar» porque el
Maestro la quiere fecunda, está, por lo tanto, atenta a los frutos, cuidando el
trigo sin perder la paz por la cizaña, evitando reacciones quejosas o
alarmistas. Busca, en sentido positivo, que la Palabra se encarne en cada
situación y de frutos de vida nueva, aunque sean en apariencia imperfectos.
Así, el discípulo sabe jugarse la vida entera «hasta el martirio como
testimonio de Jesucristo», pero buscando por sobre todo, que la Palabra sea
acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora» (ib.).
Por último, la Iglesia sabe «festejar». «Celebra y festeja
cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización» (ib.), principalmente en la liturgia, la
cual es fuente y culmen de toda actividad evangelizadora, esto sin menoscabar
los festejos y celebraciones fuera del ámbito litúrgico.
En conclusión, podemos observar un camino que el Papa
Francisco ha trazado para que la actividad evangelizadora de toda la Iglesia,
tenga un camino seguro por el cual transitar para alcanzar buenos frutos y,
sobre todo, que la Palabra de Dios se encarne en la vida de todos aquellos que
son alcanzados por el amor de Dios, por medio de la comunidad evangelizadora.
Comentarios
Publicar un comentario