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Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura

Breviloquium

Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura

Palabra de Vida

10 de septiembre de 2023



          Reconocemos que la Biblia es Palabra de Dios, por lo que la llamamos también Sagrada Escritura. Sin embargo, esta verdad de fe no es solo para ser creída, sino para ser vivida y traducida obras de vida cristiana en el pueblo católico. Por ello, queremos exponer dos características de la Sagrada Escritura: su inspiración y su verdad, para hacer conciencia que el texto sagrado es principalmente un texto vivo que genera vida, es Palabra de Dios.

          San Jerónimo afirmaba que «si, como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo» (Prol. com. Isaías, 1). Nos proponemos, entonces, responder dos cuestiones, ¿qué es la inspiración? y ¿qué es la verdad bíblica? La perspectiva que asumimos para dar respuesta, es la del Catecismo de la Iglesia Católica. Respuesta que nos indicará por qué la Biblia sea Sagrada Escritura.

          Sobre la racionalidad de estos temas, la tarea le compete a la Teología Fundamental, misma que en otra intervención tendremos oportunidad de desarrollar. Nosotros buscamos, en esta oportunidad, la credibilidad de la inspiración y verdad bíblicas.

          Para resolver la primera cuestión, hay que tratar de esclarecer qué se entiende por inspiración en la misma Escritura con los dos textos clásicos sobre la inspiración. San Pablo le señala a Timoteo que «Toda la Escritura es inspirada por Dios» (1 Tim 3, 16). El término empleado en griego es Theópneustos, compuesto por Theós = Dios; pneuo = soplar, respirar, dejarse transportar por el viento. Así, la inspiración implica dejarse llevar por Dios o dejarse llevar a Dios. San Pedro escribe a sus interlocutores indicándoles que, «ninguna profecía ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que, dejándose llevar por el Espíritu Santo, unos hombres hablaron de parte de Dios» (2 Pe 1, 21). La expresión en griego es el participio ferómenoi, que indica un impulso fuerte, como el de una barca arrastrada por los vientos huracanados.

          Con base en lo anterior, el Concilio Vaticano II y, posteriormente, el Catecismo, nos hablan, por un lado, de la indubitable autoría de la Sagrada Escritura por parte de Dios. «La santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia». Y, por otro lado, de su innegable autoría humana. «Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que obrando Él en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que Él quería» (Dei Verbum, 11).

          En síntesis, la inspiración es una gracia del Espíritu Santo para poner por escrito aquello que a Dios, uno y trino, le interesa dar a conocer al ser humano, pero sin violentar la voluntad de la persona ni sus capacidades. De esta forma, el autor sagrado (hagiógrafo) no escribe lo que quiere de Dios, sino aquello que el Espíritu Santo le inspira, le mueve, le lleva a escribir, sin que por ello se confunda con un dictado literal, sino recurriendo a las formas que el autor humano conoce.

          La segunda cuestión tiene que ver con la verdad de la Sagrada Escritura, pero no se puede desligar del tema de la inspiración, es su consecuencia lógica. La Constitución dogmática Dei Verbum afirma que «los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación» (11). En el 2014, la Pontificia Comisión Bíblica publicó el documento La inspiración y la verdad de la Sagrada Escritura. La Palabra que viene de Dios y habla de Dios para salvar el mundo, en este texto explicita la afirmación citada: «los libros de la Sagrada Escritura, con todas sus partes, en cuanto inspirados por el Espíritu Santo y por tener a Dios como autor, se proponen comunicar la verdad en cuanto que está relacionada con nuestra salvación, que es de hecho la finalidad por la que Dios se revela» (63).

          En consecuencia, la verdad que le interesa comunicar a Dios por medio de la Sagrada Escritura es aquella que atañe al misterio de nuestra salvación, no pretende ser, por lo tanto, un tratado científico; sino un texto para el robustecimiento de la fe de los cristianos.

          Inspiración y verdad, un binomio inseparable. A la Sagrada Escritura, por fe apostólica, la reconocemos como divinamente inspirada y ella nos comunica, a todos los creyentes en Cristo, la verdad salvífica de Dios.

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