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La teología de la historia de San Buenaventura

Breviloquium

La teología de la historia de San Buenaventura

26 de marzo de 2023




          Siendo Papa Benedicto XVI, dirige en la primera de tres catequesis sobre San Buenaventura, las siguientes palabras: «Hoy quiero hablar de san Buenaventura de Bagnoregio. Os confieso que, al proponeros este tema, siento cierta nostalgia, porque pienso en los trabajos de investigación que, como joven estudioso, realicé precisamente sobre este autor, especialmente importante para mí. Su conocimiento incidió notablemente en mi formación» (Audiencia, 3 de marzo de 2010). Presentamos la obra que fue fruto de esos trabajos de investigación y que sirvió para su habilitación docente del joven teólogo Joseph Ratzinger.

          Hablamos de La teología de la historia de San Buenaventura, publicada originalmente en alemán en l959 y traducida al español en 2004 por Ediciones Encuentro. A la mano tenemos la segunda edición de 2010, la cual abre sus páginas con un Estudio introductorio de Mons. Jesús Sanz, los prólogos, fuentes, abreviaturas y la Introducción. El contenido de la obra queda distribuido en cuatro capítulos y 239 páginas.

          El primer capítulo lleva por título Ensayo de reconstrucción de la teología de la historia bonaventuriana a partir de las Collationes in Hexaemeron. Joseph Ratzinger desarrolla una exposición muy documentada sobre la obra de los seis días (Hexaemeron) de San Buenaventura, pero se detiene, sobre todo, en el tema de la historia que presenta la obra y el lugar que ocupa la orden franciscana en la historia de salvación. Hace una revisión crítica a la concepción histórica de Joaquín de Fiore: desecha la visión tripartita de la historia y «propone contra el esquema septenario simple de Agustín el dúplice esquema septenario de Joaquín y se decide por este último» (p. 59).

          Avanzando al segundo capítulo El contenido de la esperanza de salvación en Buenaventura, encontramos la comprensión de la Revelación que tiene el doctor seráfico, específicamente en el cuádruple concepto de sabiduría de la Colación II del Hexaemeron. Así encontramos que la meta de la doctrina cristiana es la sabiduría, misma que tiene cuatro grados distintos: sapientia uniformis (uniforme), «sabiduría del conocimiento racional cierto»; sapientia multiformis (multiforme), «sabiduría que procede de la revelación de Dios»; sapientia omniformis (omniforme), «sabiduría que descubre en todas las cosas el reflejo del Creador, que rastrea sus huellas en todo lo creado»; y sapientia nulliformis (sin forma), en ella, el místico «se mueve silenciosamente hacia el misterio del Dios eterno» (pp. 111s).

          Con todo lo asentado en los dos primeros capítulos, Ratzinger perfila en el capítulo tercero, la Posición histórica de la teología de la historia de san Buenaventura. Presenta las etapas relevantes de la conciencia histórica en el cristianismo hasta llegar a Joaquín de Fiore. El maestro franciscano desarrolla su propia perspectiva, pero la novedad que imprime a la conciencia histórica está dada por el concepto de medietas: Jesucristo que es mediador entre Dios y el hombre, se convierte en el «centro de los tiempos» (p. 175). Observamos así, un cristocentrismo en la conciencia histórica del tiempo. Jesús no es allende al tiempo, es su centro.

          El último capítulo de la obra (4), Aristotelismo y teología de la historia. El lugar filosófico de la teología de la historia de Buenaventura, cierra con una exposición sobre la controversia en la recepción de las obras de Aristóteles en la Alta Edad Media. Ratzinger apunta que «el espíritu cristiano, en su encuentro con Aristóteles, no habría producido una única síntesis, la tomista, sino dos de igual rango, que se diferencian esencialmente porque una es favorable a Aristóteles, en la medida que lo puede ser responsablemente, mientras que la otra, antiaristotélica de forma igualmente decidida, construye un sistema nuevo utilizando las piedras del platonismo que ya Agustín había desbastado cristianamente» (pp. 188s).

          Vemos, entonces, como esta obra recupera a un autor medieval de una manera magistral, elaborando una nueva síntesis que viene a contrastar y a enriquecer el sentido de la historia, que el cristianismo ofrece a quienes se disponen a seguir al Jesucristo. El tiempo tiene una plenitud que se convierte en centro de la misma historia.

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